Dos hombres enfermos en estado crítico fueron hospitalizados en una misma habitación. Uno de ellos tenía su cama cerca de la ventana, el otro estaba totalmente postrado lejos ella.
Cada tarde, el paciente cerca de la ventana le contaba a su compañero la vista que tenía: un bonito lago, cisnes blancos nadando en el lago. Había niños jugando junto al agua y parejas caminando de la mano. El parque estaba lleno de flores de todos los colores y en la distancia se podía ver la ciudad y sus luces.

Describía la vida como si él estuviera ahí, de tal manera que su compañero podía incluso escuchar la risa y la alegría de ese parque.
Su compañero de cuarto estaba en admiración, pero poco a poco sus celos y su deseo crecieron porque ésta era la única vista que tenía la habitación. Él decidió ocupar el lugar y lo hizo todo para envenenar el paciente que estaba cerca de la ventana.
Las enfermeras encontraron una mañana el cuerpo sin vida del hombre de la ventana. Poco después, el segundo paciente pidió que movieran su cama junto a la ventana. Y justo en frente de ella, no encontró más que un muro de hormigón gris. El enfermo cuestionó a la enfermera, quien le dijo que su compañero de cuarto era ciego y él le describió escenas felices para darle esperanza y ofrecerle un poco de alegría.
Moraleja de la historia: Hacer feliz a alguien es una felicidad sin límites. Los celos y la envidia empobrecen, mientras que la felicidad compartida enriquece.
Disfruta de ser feliz y hacer feliz a tu alrededor, en esto se encuentra la verdadera riqueza.